📖 “Y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.” Eclesiastés 3:13 (RV60) Eclesiastés 3:13 en Bible Gateway
DISFRUTAR EL FRUTO DEL TRABAJO EN EL CONTEXTO BÍBLICO Y DOCTRINAL
El libro de Eclesiastés fue escrito por el sabio rey Salomón en la época de su madurez, cuando reflexionaba sobre el significado de la vida. En medio de su análisis crudo y realista, Salomón concluye que muchos aspectos de la existencia son “vanidad” si se viven separados de Dios. Sin embargo, en ese paisaje sombrío aparece una verdad resplandeciente: disfrutar el fruto del trabajo es un don divino.
Eclesiastés 3 presenta una meditación sobre el tiempo: todo tiene su momento, y hay un tiempo para cada cosa bajo el cielo. En medio de este ciclo de estaciones humanas, el versículo 13 se destaca como una joya de sabiduría: Dios nos concede el privilegio de comer, beber y gozar del bien de nuestras labores. Esto nos recuerda que la vida no se trata sólo de soportar el trabajo, sino de disfrutar el fruto del trabajo como bendición divina.
La doctrina adventista también reconoce el trabajo como parte del plan de Dios para la humanidad. En el Edén, antes del pecado, Adán ya trabajaba. El trabajo no fue una maldición, sino una parte de nuestra identidad y propósito. A la luz de Eclesiastés 3:13, se reafirma que, incluso en este mundo caído, el trabajo puede ser fuente de gozo si se vive bajo la perspectiva divina.
INTRODUCCIÓN: EL REGALO DE DISFRUTAR EL FRUTO DEL TRABAJO
En una sociedad que idolatra el éxito pero desprecia el proceso, muchos trabajan solo para acumular o sobrevivir. Pero Dios nos ofrece algo mejor: disfrutar el fruto del trabajo con gratitud. Comer con paz, compartir con la familia, descansar tras una jornada honesta —todo esto no es automático, es un don del cielo.
Este versículo no promueve la ociosidad ni el placer egoísta, sino el gozo sano que proviene de reconocer que cada logro, por pequeño que sea, es posible gracias a Dios. Disfrutar el fruto del trabajo es una expresión de fe, una celebración del Creador.
1. TRABAJAR ES PARTE DEL PROPÓSITO DIVINO
Desde la creación, el trabajo fue parte del diseño de Dios para el hombre. “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Génesis 2:15). El pecado trajo sudor y dificultad, pero no eliminó el valor intrínseco del trabajo.
Salomón enseña que es sabio y justo disfrutar el resultado del esfuerzo. No por orgullo, sino por gratitud. Disfrutar el fruto del trabajo nos conecta con el plan original del Creador: vivir con propósito, colaborar con la naturaleza, desarrollar nuestras habilidades.
2. DISFRUTAR EL FRUTO DEL TRABAJO ES UN DON DE DIOS
El texto dice que es “don de Dios” gozar de lo que se produce. No todos tienen esta capacidad. Algunos tienen mucho, pero no pueden disfrutarlo. Otros trabajan sin descanso, pero nunca se detienen a agradecer. Solo quienes reconocen a Dios como proveedor pueden realmente disfrutar el fruto del trabajo.
Este disfrute incluye la comida sencilla, los logros diarios, el descanso merecido, la mesa compartida. Y todo esto es espiritual. Dios se complace cuando sus hijos disfrutan con humildad lo que él mismo les permite alcanzar.
3. DISFRUTAR EL FRUTO DEL TRABAJO ES CONTRA CULTURAL
El mundo moderno está centrado en producir más, gastar más, competir más. Nos empuja a creer que la satisfacción está en el próximo objetivo. Pero Eclesiastés nos invita a parar, mirar lo que tenemos, y disfrutar el fruto del trabajo actual, hoy, sin culpa ni ansiedad.
Esta es una enseñanza contra cultural. Implica desacelerar, ser agradecidos, valorar lo pequeño, celebrar lo sencillo. Es una revolución espiritual en medio del consumismo. Es vivir con contentamiento.
4. DISFRUTAR EL FRUTO DEL TRABAJO COMO ANTÍDOTO CONTRA LA VANIDAD
Salomón habla mucho de “vanidad” en Eclesiastés. Muchos viven para el éxito, la fama o el dinero, y al final se sienten vacíos. En cambio, quien vive para Dios, y disfruta el fruto del trabajo como una bendición diaria, encuentra sentido incluso en lo más común.
Cuando reconocemos que todo es don de Dios, el orgullo se desvanece. No presumimos de lo que tenemos, sino que lo compartimos. No luchamos por más, sino que damos gracias por lo suficiente.
5. EL FRUTO DEL TRABAJO ES TAMBIÉN ESPIRITUAL
No solo se trata de salario o comida. Disfrutar el fruto del trabajo también es ver cómo tu esfuerzo bendice a otros, fortalece tu carácter, glorifica a Dios. El trabajo del maestro que educa, del médico que alivia, de la madre que cría, del predicador que siembra esperanza… todos tienen frutos eternos.
Jesús dijo: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo” (Juan 5:17). Si Dios trabaja, el trabajo no puede ser malo. Y si Dios se goza en sus obras, nosotros también podemos gozarnos en las nuestras, cuando están bajo su bendición.
ILUSTRACIÓN: EL PAN DE CADA DÍA
Un campesino humilde se despertaba antes del amanecer. Araba la tierra, sembraba, regaba. Cada tarde, al regresar a casa, se lavaba las manos y se sentaba a la mesa con su esposa y sus hijos. Comían frijoles, tortillas y una ensalada fresca de su huerto. Daban gracias a Dios.
Un día, un visitante le dijo: “¡Deberías vender tus tierras, mudarte a la ciudad, ganar más dinero!” El campesino respondió: “¡Pero ya tengo todo lo que necesito! Trabajo con gozo, descanso con paz y disfruto el fruto de mi trabajo con los que amo.”
Este hombre entendía Eclesiastés 3:13. Era rico en lo que realmente importa.
CITA DE ELENA G. DE WHITE
“Dios ha dado al hombre una vida activa, con facultades para que las desarrolle. El trabajo diligente y ferviente es un medio de alegría. Y cuando está acompañado de una mente consagrada, se convierte en una fuente de bendición para el mundo.”
(Testimonios para la Iglesia, tomo 3, p. 263)
SEGUNDA CITA DE ELENA G. DE WHITE
“El trabajo es una de las mejores bendiciones que nos dio el Creador. Nos guarda de la tentación, fortalece nuestro carácter y nos da la oportunidad de disfrutar el fruto del trabajo honesto.” (La Educación, p. 214)
APLICACIÓN PERSONAL
Yo también he caído a veces en la trampa de trabajar sin parar, de no detenerme a agradecer. Pero este versículo me recuerda que Dios desea que yo disfrute el fruto de mi trabajo. Que no solo lo vea como obligación, sino como regalo.
Cada comida sencilla, cada meta cumplida, cada tarea hecha con amor… todo es parte del gozo que Dios quiere que viva. Hoy decido vivir con más gratitud, con más sencillez, con más alegría en lo cotidiano.
LLAMADO: ¿ESTÁS DISPUESTO A DISFRUTAR EL FRUTO DEL TRABAJO?
Dios no solo quiere que trabajes. Quiere que vivas con gozo. Hoy te invita a cambiar tu perspectiva. A dejar la queja y abrazar la gratitud. A comer con paz. A descansar sin culpas. A disfrutar el fruto del trabajo que él mismo te dio.
Entrega tu esfuerzo a Dios. Invítalo a tu jornada. Y cuando termines cada tarea, alza tu rostro al cielo y di: “Gracias, Señor, por permitirme disfrutar este fruto”.
PREGUNTAS DE REFLEXIÓN
- ¿Cómo ha sido mi actitud frente al trabajo en los últimos meses?
- ¿Reconozco a Dios como fuente de mi provisión diaria?
- ¿Estoy tomando tiempo para disfrutar el fruto del trabajo que Dios me ha permitido?
- ¿De qué maneras puedo compartir ese fruto con otros?
- ¿Estoy equilibrando trabajo, descanso y gratitud según el modelo de Dios?
FRASE DESTACADA
“Disfrutar el fruto del trabajo no es egoísmo, es adoración. Es reconocer que todo lo bueno viene de Dios.”
ORACIÓN FINAL
Señor, gracias por el trabajo que me das, por la fuerza para realizarlo y por el fruto que de él resulta. Enséñame a disfrutarlo con gratitud, a compartirlo con generosidad, y a vivir cada jornada como una oportunidad para honrarte. Hoy quiero descansar en tu provisión y sonreír en tu bendición. En el nombre de Jesús, Amén.

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